Quiero...
Hablarle.
Pero no puedo. Pierdo el control cuando estoy delante de él, hasta tal punto que prefiero no verle.
Él no lo sabe, porque ese "perder el control" mío es apenas perceptible, se disfraza de indiferencia, como poco. Son muchos años ya y no puedo seguir así. He superado el límite. ¿Y qué?
Pues me sorprendo a mí misma diciéndole que le estoy esperando, puede parecer un ultimátum, pero es desesperación, sin más. Nunca había sentido algo así y no puedo abandonar, así que allá voy.
Ahora que se lo he dicho ¿qué?
Nada, como siempre, pero me he quitado un peso de encima (aunque no todo) y pienso seguir soltando todo lo que tenga que soltar. Y no más alcohol, no quiero volver a oirle decir que no se acuerda.
Quiero que no tenga escapatoria. Quiero, si es necesario, que me rechace.
La imagen es de http://www.blin.com.ru/photo/ball/ven.jpg
Alguna vez a una amiga le paso algo parecido, tener todo eso adentro puede angustiarte muchisimo, en buenahora se lo dices, asi adentro tuyo no quedaran mas historias imaginarias.
Un beso y mucha fuerza!!
Bien por tí. Si tiene miedo, que se lo coma él y no lo proyecte.
Un besazo.
Siempre con la verdad por delante. Y que arda Roma. Besos.
La duda. La duda corroe por dentro y hace un agujero que se va agrandando con el paso del tiempo hasta convertirse en un boquete de un tamaño descomunal.
Has hecho bien intentando despejar tu duda, ya no hay vuelta atrás ahora sabrás la resolución y ya no estarás pendiente nunca más.
Yo tenía la duda si era capaz de comerme 30 empanadillas, así que me decidí hacerlo y acabé con mi duda y en el hospital :)
Dicen que querer es poder, y yo lo creo. ;-)
Un blogbesico.