Quiero...
Hablarle.
Pero no puedo. Pierdo el control cuando estoy delante de él, hasta tal punto que prefiero no verle.
Él no lo sabe, porque ese "perder el control" mío es apenas perceptible, se disfraza de indiferencia, como poco. Son muchos años ya y no puedo seguir así. He superado el límite. ¿Y qué?
Pues me sorprendo a mí misma diciéndole que le estoy esperando, puede parecer un ultimátum, pero es desesperación, sin más. Nunca había sentido algo así y no puedo abandonar, así que allá voy.
Ahora que se lo he dicho ¿qué?
Nada, como siempre, pero me he quitado un peso de encima (aunque no todo) y pienso seguir soltando todo lo que tenga que soltar. Y no más alcohol, no quiero volver a oirle decir que no se acuerda.
Quiero que no tenga escapatoria. Quiero, si es necesario, que me rechace.
La imagen es de http://www.blin.com.ru/photo/ball/ven.jpg